Por: Camila Ortiz (Investigadora y directora del Observatorio de Moda RADDAR – Inexmoda)
Luego de un año con altibajos, caracterizado por algunos triunfos, y un sinnúmero de derrotas, es importante que recapitulemos y miremos hacia atrás, con el objetivo de hallar oportunidades de mejora, retos, y acciones a repetir, en función de tener un 2022 capaz de satisfacer las necesidades del consumidor de moda del país y la región.
RECAPITULEMOS
El glamuroso sector de la moda enfrentó diversas circunstancias durante este agitado año: estuvo plagado de cuarentenas, restricciones de bioseguridad y moderado acceso a insumos y a canales de distribución; situación que como sabemos derivó de lo global a lo local. Entonces, nos dirimimos entre la reactivación económica y un comercio opaco, que además estuvo impactado por manifestaciones en algunos países, como el paro nacional que vivió Colombia ante un descontento social que aún se mantiene en vilo, las pérdidas de empleo que dejó el 2020 y que aún se intentan recuperar para llegar a las cifras que ahora son anheladas de la “prepandemia”, la contracción en el poder adquisitivo ante una alarmante inflación mundial en el último semestre del año, y otras tantas circunstancias que afectaron directa e indirectamente el sector.
Con este panorama con altibajos, la moda se perdió durante los primeros meses del año las Fashion Weeks de Londres y Nueva York, donde la alta costura mostraba lo mejor de su repertorio plagado de colores, tendencias y prendas estimulantes para los sentidos y la creatividad de los diseñadores del planeta. Pero sin duda una de sus grandes pérdidas fueron los personajes icónicos e importantes para la industria, como fue la muerte de Vrigil Abloh, un revolucionador de las pasarelas masculinas y el autor de la fusión de marcas de lujo con streetwear. Del mismo modo, Alber Elbaz, quien con sus pequeños vestidos de coctel y el color negro marcó el mundo de la moda. Y hasta hace algunos días, André Leon Talley, el afroamericano más poderoso de la moda, reconocido por romper parámetros y moldes de la época. Aunque se fueron, su legado continuará, pues sus estilos perdurarán en el tiempo.
Pero no todo fue tan mal, como siempre, la moda ha sabido adaptarse y caminar con la raza humana, o como a mí me gusta decir, la moda es resiliente. Año tras año hemos vivido diversas circunstancias y la moda siempre ha sido un lenguaje de cada una de ellas, y durante el 2021, el sector no solo se recuperó a niveles cercanos o similares de la “época prepandemia”, sino también ha respondido con un enfoque inclusivo y amigable con el medio ambiente.
LA RECUPERACIÓN
El 2021 no empezó muy bien, dado que 2020 dejó las ansias de estrenar ropa al mínimo y aunque las ventas por internet batieron récords, no fue suficiente compensar las caídas del 30% de las ventas y el 90% de las utilidades de las empresas a nivel global (McKinsey). Para Colombia, la caída fue similar, no obstante, empezaron a avanzar los procesos de vacunación contra el Covid-19 y la reapertura se pudo llevar a cabo de manera progresiva, revirtiendo el panorama para el sector de la moda. Sin embargo, este proceso no fue tan fácil, pues la falta de confianza de los consumidores, junto con una huelga nacional y una lenta recuperación del empleo no permitían el avance esperado. No obstante, algunos sectores de la manufactura local pudieron aprovechar la también coyuntura de la volatilidad del dólar junto con los problemas en las cadenas de suministro, que han generado retos para las importaciones, pero también nuevas oportunidades para la producción local.
A mediados del año empezó una mayor flexibilidad pues ciudades principales e intermedias eliminaron restricciones luego del tercer pico de contagios. Los hogares empezaron a salir más a las calles beneficiando el gasto en moda, pues los niños volvieron a los colegios, los restaurantes y bares tuvieron mayor apertura, las oficinas ya se encontraban funcionando y los centros comerciales eran visitados ya no solo para vitrinear sino también para vacunarse, de este modo, a partir de junio de 2021, la recuperación del gasto real en bienes y servicios de moda fue mejorando, llegando en los últimos meses incluso a un nivel superior de enero de 2020, cuando aún vivíamos en la llamada normalidad.
A partir del segundo semestre del año, el sector empezó a notar la recuperación de la demanda, pero a su vez las fallas en las cadenas de suministro hicieron evidente la dependencia que se tiene del mercado asiático para vestir al mundo. Esta situación derivada de los cierres, generaron ajustes logísticos, aumentando los precios de los fletes y de insumos escasos como el algodón. Ahora bien, los consumidores no han visto reflejada la magnitud de los sobrecostos en sus compras, pues los inventarios les han permitido sobrellevar la crisis a los productores, adicionalmente las jornadas de promociones y descuentos le permitieron al sector cerrar el 2021 con un nivel de precios negativo. No obstante, la producción se ha tornado difícil y ya no es por falta de demanda. Ahora, la lucha es entre productores y gobiernos, pues hay peticiones que deben ser estudiadas con el fin de beneficiar la industria local, la cual representa el 8,5% del PIB industrial del país, así como también, es un gran creador de empleos, en especial para las mujeres, las más afectadas por la pandemia.
UNA NUEVA MOTIVACIÓN
Los consumidores a su vez también se han visto enfrentados a cambios, pues los impulsos por comprar ropa fueron desatados durante los últimos meses, ya que por más de un año la ropa cómoda fue la principal opción para el outfit del día, sin embargo, estas compras se han llevado a cabo con nuevas razones como el consumo sostenible, pues los Centennial o generación Z son impulsados principalmente por el gusto, gusto que muchas veces puede basarse en los ideales ambientalistas por los que las nuevas generaciones han luchado en los últimos años, dejando a un lado la calidad, costumbre o fidelidad.
El consumo responsable ha cobrado más importancia, y en especial en el sector de la moda, pues la industria textil ha causado un impacto medioambiental que no para y en la última década las emisiones de gases de efecto invernadero de la industria han crecido hasta significar el 10% de las emisiones mundiales, situándose por encima del transporte aéreo y marítimo. A su vez, es también responsable del desperdicio del 20% del agua a nivel mundial e incluso hasta hace poco se habló sobre el desierto de Atacama en Chile, un vertedero de ropa que pone en riesgo la fauna y la flora del lugar. Este escenario sin duda alguna ha puesto a repensar a productores y consumidores, los cuales se enfrentan al fast fashion vs slow fashion así como también a nuevos modelos de negocios, donde la búsqueda de la sostenibilidad ha sido el nuevo punto de partida y tal como la pandemia exigió una mayor digitalización, el mercado pasó de tener la confección sostenible como una opción a una exigencia para la industria.
¿QUÉ NOS ESPERA EN EL 2022?
El sector de la moda ha atravesado dos años un poco extraños, el consumo cayo a niveles históricos, pero se recuperó incluso superando las cifras de 2019 y ahora se enfrenta a una demanda sostenida, pero a una oferta en riesgo ante la dependencia de proveedores extranjeros, dejando a su vez una clara oportunidad para el mejoramiento de la cadena de suministro, donde las fábricas y productores nacionales puede reacomodarse a este nuevo proceso.
El 2022 también podría ser el año de la omnicanalidad, pues la pandemia evidenció la urgencia por acelerar el proceso de digitalización y jornadas como el día sin IVA nos han mostrado la gran participación de las compras por internet, convirtiéndose en un canal cada vez más habitual.
Ahora bien, también el metaverso es un nuevo escenario, donde la realidad paralela conectada con nuestra realidad física tiene el poder de cambiar al consumidor y la moda, ya que las marcas pueden ofrecer sus productos diseñados digitalmente sin costo alguno siendo quizá el futuro de muchas marcas, pues la moda digital permite aquellos que están casa cambiar el color de tu prenda con tan solo un clic.
Y como notamos al finalizar el 2021, el gasto en moda se vio beneficiado por el contundente regreso de la presencialidad, junto con la ola de promociones en los últimos tres meses del año, permitiendo un crecimiento en volúmenes de más del 20% frente al año de la pandemia, ahora bien, en el 2022, el efecto comparativo ya se habrá disipado y según RADDAR, la moda crecería en promedio un 5% para 2022.
Sin duda, este es un nuevo año de retos: la responsabilidad de la sostenibilidad, la digitalización, el aumento de costos y la presión de precios. Adicionalmente las nuevas cepas, dosis de refuerzo e incertidumbre electoral nos permitirán tener un nuevo año de transición, donde la moda cumplirá un papel importante, pues en los últimos años se ha convertido en un lenguaje de los seres humanos, siendo la interacción de nuestro interior con el mundo exterior, permitiendo que todos nos podamos manifestar a través de ella y mostrándonos tal como Iris Apfel que se disfruta año tras año, sin importar edad, género, color de piel u orientación sexual, pues la moda es un tema político.