Por: Catalina Sanchez Caballero, Directora de estudios sectoriales
Es de conocimiento público y de gran parte de la población que en Colombia en términos de intercambio hablamos del libre comercio, adicional que tenemos tratados con diferentes países y bloques comerciales. Pese a ello, los países y no solo Colombia todavía tienen que pagar ciertos impuestos por el comercio de bienes y servicios. De allí que surjan medidas como cobros arancelarios, que en ultima instancia son un impuesto, pero a las importaciones.
Estos impuestos, si bien son necesarios pagarlos ya sea por tránsito o papeleo, tambien pueden ser impuestos como medida proteccionista, es decir para limitar o desincentivar la importación de ciertos bienes con el fin de impulsar la industria local, este efecto comúnmente se denomina hacer un ejercicio de sustitución de importaciones.
Todo lo anterior, es pura teoría de comercio internacional, pero era necesario dejarlo claro para entender el porque del ruido que causa que se este planteando la posibilidad de colocar un arancel a las importaciones de productos textiles, específicamente concentradas en los productores correspondientes a los capítulos 61 y 62 del código arancelario.
El primer argumento es apoyar la industria nacional, sin embargo, el comercio va en contra de la propuesta ya que considera que quienes son comercializadores son quienes se verán más afectados con la medida, ya estando en difíciles condiciones producto de lo ocurrido durante pandemia. En este panorama no podemos olvidar que las categorías relacionadas con vestuario y calzado fueron de las más afectadas con la pandemia. El efecto sobre la contracción de gasto en estos productos derivo de 2 factores principales, el primero fue el cambio de prioridades dentro del hogar y el segundo la reducción o limitación de los ingresos de lo hogares.
Fuera de los argumentos sobre el mercado, otro en los que se apoyan para no apoyar la medida es el impacto a los consumidores, quienes se dice que con el aumento del arancel podrían estar frente a un aumento hasta de 15 puntos básicos en los precios de estos productos. Lo cual me lleva a cuestionarme ¿Es realmente el precio el factor decisivo en el momento de compra de estos artículos?
Para empezar, hay que hablar de cuantas veces creemos que las personas compran vestuario o calzado, durante 2019, fue un año el año en que en términos generales la economía tuvo un buen comportamiento respecto a los últimos dos años anteriores. Así mismo las misiones de compra de productos de moda fueron las mas altas autodeclaradas de los últimos 4 años, mas o menos de cada 100 cosas que compró un hogar 5 fueron correspondientes a al categoría de moda. Esta proporción decreció y durante 2020 de 100 cosas solamente compraron entre 1 y 2 cosas, pese a ello hay que observar el crecimiento que tuvieron las misiones de compra en alimentos, lo cual justifica el porque el cambio de prioridades afecto en mayor medida el consumo de moda. Esto último se contrasta con lo que sucede con la reducción y limitaciones de ingresos de los hogares.
De allí que las razones por las que hemos venido comprando moda han cambiado con los años, pero particularmente cuando la economía estuvo mejor par a muchos hogares, el precio fue mas importante que el año pasado, dónde la mayoría de las compras se dieron por necesidad, en segunda instancia por calidad y gusto. Al final del día podríamos pensar que lo que no se compro solo por necesidad, tenia que ver con que tenia que ser algo durable que justificara su valor, ya fuese mucho o poco y que tambien compramos porque simplemente queríamos esa sentir esa satisfacción inmediata que sucede cuando uno recibe algo nuevo, y por eso lo compra por gusto o antojo.
Lo mas curioso es que ninguna de las misiones de compra de vestuario de 2021 estuvo relacionadas con precio y un porcentaje de ellas muy bajo con promociones, lo cual no lleva a pensar nuevamente si el precio es realmente algo que impacte la intención de compra de los hogares.
Por otro lado tambien es importante observar como con el crecimiento de las importaciones, la inflación para la categoría tambien cayo, siendo que desde abril del 2018, la inflación se ha situado debajo del 1% y se ha mantenido allí e inclusive desde jun de 2020, la inflación es negativa, es decir que durante la mayor parte del año pasado, lo hogares compraron ropa y calzado por valores aún mas bajos que los observados en 2019.
Mi punto no es defender un lado o el otro, pero darnos cuenta de que una medida de estas no necesariamente esta concetrada en el bienestar del consumidor, que puede que esto genere aumentos en los precios, puede ser, pero esto no necesariamente es negativo para quien compra ya que igual ya esta pagando mucho menos por estos productos.
El comprado y consumidor no ha sentido el aumento de precios en esta categoría, lo que si lo ha sentido es dónde mas le duele como alimentos y vivienda, este no ha estado pendiente si se ha encarecido la ropa igual ha seguido comprando. El consumidor va a seguir comprando porque pasamos más del 90% del tiempo vestidos, es una necesidad, pero este va a seguir comprando por razones más allá que el precio y quienes se refieren al estrene de fin de año, es curiosos pensar que el mes de diciembre fue de los mejores mese en gasto de vestuario y calzado en lo corrido del año, es decir que igual los hogares compraron moda. Seguramente ahorraron todo el año o provecharon las promociones, o simplemente se dieron un gusto.
Por lo anterior vale la pena preguntarnos estas medidas a quien están protegiendo y a quien realmente están impactando fuertemente.
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