Francisco Javier Castellanos Villareal – Investigador Junior RADDAR CKG
Dentro de tantas noticias, cabe resaltar el problema que concierne a la mayoría de los colombianos, y es cómo la coyuntura nacional e internacional afecta los bolsillos de los consumidores. Al principio del 2022 el DANE publico los datos de pobreza para el año pasado, la reactivación económica mejoró el nivel de vida de los colombianos disminuyendo la cantidad de pobreza extrema; según sus datos se estableció la línea de pobreza monetaria en $354.031 mensuales per cápita y para la pobreza extrema está en $161.099, en dónde el 39,3% de la población colombiana esta en pobreza monetaria, y el 12,2% en pobreza extrema.
En junio, se juntaron diferentes elementos que afectan el poder adquisitivo de los más vulnerables, entre los que se encuentran el riesgo de recesión o estanflación de algunos países, entre ellos Estados Unidos, siendo este uno de los mayores consumidores a nivel mundial, con lo cual, el crecimiento de este país marca la pauta a la hora de determinar la producción desde la perspectiva global.
Dados los esfuerzos para reactivar la economía, los efectos postpandemia han provocado una fuerte subida en los precios a nivel general, para controlar esto el Banco Central de los Estado Unidos ha decidido subir paulatinamente la tasa de interés a niveles históricos, esta medida busca afectar la masa monetaria y a su vez afectar el consumo, atacando así el nivel de precios, esta desición no sólo ha sido tomada por los Estados Unidos, sino también, se ha considerado por múltiples economias incluida la nuestra.
A su vez, la fuerte escasez de contenedores, la guerra de Rusia y Ucrania y un dólar con precios históricos están haciendo más difícil la adquisición de insumos a nivel internacional, lo cual se ve reflejado en los precios de los productos finales y entre los más importantes para los colombianos los alimentos, que sin duda han hecho mella en los bolsillos de los hogares del país.
Según datos del DANE para junio del 2022, el IPC tuvo una variación del 0,51% respecto al mes pasado, del 7,09% año corrido y un 9,67% respecto al año anterior, en el gráfico siguiente, la mayor contribución a este crecimiento se debe a alimentos para el hogar, comidas fuera del hogar y bienestar. Lo anterior podría deberse a la naturaleza estacional de las vacaciones de mitad de año, a lo cual se suman los factores anteriormente mencionados.
Sumando a lo anterior, según la medición que RADDAR CKG hace del Pocket Share mes a mes, la alimentación pesa mas del 30% en los bolsillos de los colombianos, y la vivienda cerca de un 25%, suponiendo con esto, que el impacto de la inflación en el poder adquisitivo de los colombianos es preocupante ya que estas canastas son las que más han presentado incrementos en sus precios con respecto a años anteriores.
A pesar de esto, la confianza de los colombianos respecto a una mejora en su calidad de vida ha aumentado, la clase media y baja considera que la economía está mejorando, mientras las clases altas consideran todo lo contrario. Esto puede deberse a los resultados electorales y a mejoras en la seguridad alimentaria, en las 23 principales ciudades pasamos de 63,4% de personas que consumían tres alimentos para mayo del 2021 a 76,7% para el mismo mes del 2022, una variación de 13,3 pp, mientras que las personas que consumen dos y una comida al día se vieron reducidas en 12 y 1,3 pp respectivamente (datos de la encuesta PULZO del DANE (2022)).
En conclusión, es necesario atender la inflación para garantizar la calidad de vida de los más vulnerables, a pesar de todo esto, las perspectivas de Colombia con respecto a la región son mejores ya que mientras los demás países presentan una desaceleración económica dada la inestabilidad mundial, Colombia sigue presentando un mejor crecimiento. Complementando esto, la propuesta planteada por el Departamento Nacional de Planeación dentro del documento “Visión Colombia” recoge diferentes escenarios para mejorar la calidad de vida de los colombianos, entre ellos el aumento de la clase media consolidada a un 55,4%, un aumento de cerca de 10 pp con respecto al 2022, niveles muy altos según académicos, que, para que sea posible es necesario atacar problemas estructurales del país en donde transferencias monetarias están ocultando los niveles reales de pobreza. Estos cambios deben atraer más inversión a sectores que son potenciales para Colombia y la generación de empleo, tales como la agricultura y la construcción.
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